Sin lugar a dudas, el mundo de las computadoras es fascinante; sin embargo, hay que conocer sus preceptos para poder comprenderlo y en ocasiones estos no hacen más que emular la vida misma. Un caso típico de este fenómeno es el conocido garbage in garbage out (entra basura, sale basura), el cual puede aplicarse de forma casi exacta a cada instancia del ser y el hacer humano.
En muchas ocasiones he presenciado la lucha de mis alumnos con algún proceso informático que no responde a sus expectativas y sobre el cual suelen argumentar: “le doy y le doy la instrucción y no responde”, “le ingreso y le ingreso los datos y no hace nada” o “sale errado”; ante este panorama cabe cuestionarse ¿cómo es posible que haciendo lo mismo una y otra vez esperemos un resultado diferente?.
Las computadoras a diferencia de los seres humanos no se obstinan, ni son flexibles y sus preceptos deben cumplirse a cabalidad; en consecuencia, si basura entra, basura sale (o simplemente no sale nada). Ellas no negocian con el usuario haciendo concesiones “sólo por esta vez” o “ya que insistes” sino que “exigen” la formulación, instrucción o actuación correcta.
Hasta cierto punto, el efecto garbage in, garbage out ocurre también en casi todos los ámbitos de la vida, erramos la secuencia, confundimos las instrucciones, e ingresamos datos erróneos y esperamos que todo marche bien y obtener un resultado “correcto”.
Esta situación podría ser hasta cómica sino ocasionara tantos inconvenientes y no fuera a la vez un efecto visible de la irreflexión y la resistencia al cambio que azota a los individuos y por extensión a las organizaciones.
Queremos que todo se mantenga igual y hacer siempre lo mismo pero esperamos obtener resultados diferentes por arte de magia.
Esta resistencia o simple inercia es la responsable de muchos conflictos y genera replanificación, reorganización, reuniones y formulación de planes de contingencia, que son implementados “sólo por esta vez” mientras cruzamos los dedos esperando que todo vuelva a la normalidad. Estamos inmersos en un estado de negación y en el mejor de los casos actuamos reactivamente culpabilizando a todo y a todos sin asumir nuestra correspondiente cuotaparte de los resultados obtenidos (garbage out) como consecuencia directa de lo realizado (garbage in).
No obstante, todas estas acciones podrían ser minimizadas con sólo aceptar con prontitud la necesidad de efectuar cambios y comprometerse con la formulación de los planes de acción necesarios para afrontarlo. En pocas palabras: cambiar las instrucciones, los datos o en todo caso el proceso que está ocasionando el error.
Esta cruzada exige asumir una actitud proactiva y generadora que en ocasiones va más allá de reescribir un reglamento, proceso o procedimiento verbigracia “tachar aquí y poner allá” sino que por el contrario requiere de una reingeniería que cuente con la participación de todos los involucrados.
Es efectuar un diseño partiendo de cero pero teniendo muy claros los resultados esperados a fin de engranar todo el proceso y optimar el rendimiento individual y colectivo con el objetivo ulterior de que se traduzca en un ganar-ganar que erradique la resistencia al cambio y el individualismo.
Dicho de otro modo, es cambiar lo que hacemos siempre para obtener un resultado diferente sí este ya no nos satisface.
Autor: Mirian E. Velazco (M.Sc.)
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