BUENOS MODALES, ¿HAN CAMBIADO O HAN DESAPARECIDO?


Los buenos modales, la educación, el respeto a los demás, especialmente a los mayores, han evolucionado, o mejor dicho, han cambiado. En la actualidad nada tiene que ver con lo que nuestros padres o abuelos entendían por educación y respeto.

Desde que era pequeña, siempre me han dicho que uno podía ser mejor o peor estudiante, mejor o peor en cualquier cosa, pero que la educación, la buena educación, los buenos modales eran imprescindibles y que podrían abrirme cualquier puerta. Siempre se ha dado por sentado que los buenos modales se adquieren con la edad; cuando crecemos y maduramos se integran en nuestra educación como algo innato y que no hacía falta que nos iniciaran, ya que nos salía sin tener que dar lecciones de urbanidad; prácticamente lo respirábamos en casa y era una de las principales tareas domésticas que a los niños de entonces nos tocaba realizar.

Hoy en día, no sé si es por la televisión, por la cantidad de juegos y juguetes que se tienen y que la mayoría son individuales y no te relacionan con otros niños, porque no se pasa el suficiente tiempo con los padres y el poco que se pasa no se aprovecha bien, porque son muchos los niños de los que se hacen cargo las abuelas y en muchas ocasiones no son educados de la mejor manera o, sencillamente, porque lo que llamamos adelantos nos deshumaniza, el caso es que nos quejamos de la falta de educación de las personas, especialmente de los niños y de los adolescentes.

Donde más se nota la falta de educación o la mala educación es en los centros docentes, donde la sufren los propios compañeros y sobre todo los profesores. Hay centros en los que la baja de los profesores por depresión es muy frecuente, al igual que la negativa de algunos alumnos a ir a clase por los abusos, acosos e insultos que sufren de sus propios compañeros. En algunas familias también hay verdaderos problemas con los hijos, se ha perdido el respeto a los padres y al resto de la familia. Este problema puede darse por distintos motivos, pero no siempre la culpa es de los hijos, hay padres con problemas muy variados, trabajo, enfermedad, alcohol, drogas, etc. que además de no ocuparse de los hijos lo pagan con ellos.

Creo que la base de la educación debe darse en la familia, hay que enseñar a los hijos lo que es el respeto, la comprensión, la confianza… y qué mejor manera que practicar con el ejemplo. A esta base le deben seguir otros apoyos y el más importante es el del centro escolar, con el día a día. Pero también sería muy interesante realizar campañas de respeto a los demás y a lo demás, no sólo a las personas, sino también a lo que nos rodea.

Urbanidad
Deberíamos fijarnos un objetivo principal: “intentar parar el mundo”, pero no para bajarnos de él, sino para darle otro ritmo, para devolver el respeto, la comprensión, el saber estar… en definitiva, urbanidad, esa palabra que muchas veces se olvida y que es tan añorada como desconocida. Hay que desempolvarla y volverla a incluir en nuestro singular diccionario. La urbanidad es el ingrediente que se necesita para vivir en paz y armonía, y para saborear las ventajas que tiene esta fabulosa época en que vivimos. Una campaña de este tipo sería un éxito, sobre todo en los más pequeños, unida, además, a la educación de los padres en casa, como dándoles algunas responsabilidades en las tareas del hogar, comentando ciertas noticias acordes con el respeto hacia los demás, ayudándoles a entender y diferenciar lo que está bien y lo que está mal, etc. Pero esta educación no es campaña de un año, un mes o semana, es una educación que no se debe perder u olvidar, sino que hay que recuperarla.

Este es un muy pequeño granito de arena que aporto, y os animo a todos a contribuir con vuestro propio granito para conseguir ser más humanos, más respetuosos, más comprensivos, en definitiva, ser más educados. Es tarea de todos.


Autor: Nuria Martínez Sastre, 1º CN
Tomado de: http://elsabucazo.com/modules/news/article.php?storyid=338

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